La historia de Reed Hastings, el fundador de la plataforma de streaming más exitosa del mundo, es como el cuento de Cenicienta: en 2010 una acción de la compañía se vendía en 12 dólares; hoy se cotiza en casi 500
Por ROGELIO SEGOVIANO / Foto: ANDRÉS TAPIA
Cuenta la leyenda que todo comenzó en 1997, cuando Reed Hastings, un joven bostoniano desarrollador de programas de software, olvidó durante más de una semana entregar en el Blockbuster de su barrio la película Apollo 13, y cuando la llevó le impusieron una multa de 40 dólares por el retraso.
Por más que discutió con los empleados del videoclub, Hastings no se salvó de pagar la penalización, pero fue en ese momento en el que sembró en su cabeza la idea de inventar un servicio de renta de películas en el que los suscriptores no tuvieran que salir de casa, ni mucho menos tuvieran un límite de tiempo para verla y regresarla.
Junto con Marc Rudolph, su amigo y compañero de trabajo, Reed puso manos a la obra en su proyecto de un videoclub que ofreciera servicio por correo tradicional y online, y creó la compañía Kibble, a la que meses más tarde le cambiaría de nombre por uno que parecía sonaba mejor: Netflix.
Lejos estaban Hastings y Rudolph de conocer las impresionantes repercusiones que tendría su invento, pero intuían que tenían una bomba en sus manos y, a pesar de las pérdidas que registraron en los primeros años de operación, habían iniciado una revolución tecnológica en la forma de acercar el entretenimiento a las personas.
Incluso, en el año 2000 los jóvenes emprendedores fueron con los altos directivos de Blockbuster para tratar de venderles Netflix, pero al escuchar que pedían 50 millones de dólares por la incipiente empresa, los ejecutivos de la poderosa cadena estallaron en una carcajada y poco faltó para que los echaran a patadas de sus oficinas.
Hoy, con más de 183 millones de suscripciones en cerca de 200 países –según reportes hasta abril pasado de la revista Forbes— y superando fácilmente la barrera de los 60 mil millones de horas de transmisión de contenidos audiovisuales al año (se estima que en todo el planeta transmiten 165 millones de horas al día), Netflix es el gigante del servicio de distribución a la carta de series y películas por Internet a través de una plataforma Over The Top (OTT), también conocida como streaming. De acuerdo con un estudio presentado en noviembre de 2019 por el diario británico The Times, una persona tardaría unos cuatro años con tres meses en ver el catálogo completo de Netflix, sin separarse un solo segundo de su televisor, computadora o teléfono inteligente.
La consultora Dataxis informó al diario El Economista que hasta octubre de 2019 se estimaba que en México había poco más de 10 millones de suscripciones a plataformas OTT, siendo Netflix la líder del sector con 6.7 millones de cuentas activas, lo que representa casi el 20 por ciento de los hogares del país. En otras palabras, uno de cada cinco hogares en México tiene contratado el servicio de Netflix.
El crecimiento de la plataforma parece no tener un límite, de ahí que su presupuesto para realizar series y películas originales también vaya en aumento. Desde hace un lustro, Netflix estrena cada año, en promedio, 125 producciones propias, muchas de las cuales han comenzado a ganar importantes premios y reconocimientos en eventos como los Oscar, Globos de Oro y Emmy.
Además, de acuerdo con especialistas bursátiles, Netflix, que registró un despegue impresionante a partir de 2009, tiene un valor estimado en el mercado de casi 187 mil millones de dólares, y sólo en los últimos años sus ganancias por acción se han incrementado por arriba del 60 por ciento. Al 29 de septiembre de 2020, en la Bolsa Valores de Nueva York, cada acción de Netflix se vendía por casi 494 dólares. Nada mal para quienes compraron acciones de esa misma compañía hace diez años, y pagaron por cada una sólo 12 dólares.
Cada suscripción tiene un costo promedio de 10 dólares mensuales (en México es de casi 8 dólares), lo que lleva a la empresa a tener ingresos anuales brutos estimados en cerca de 21 mil 900 millones de dólares. No resulta extraño entonces que la compañía anuncie inversiones superiores a los 15 mil millones de dólares anuales para la compra de derechos y la producción propia de series y películas. Por cierto, la cadena Blockbuster –que llegó a tener más de 60 mil empleados y 9 mil videoclubes en todo el mundo, y que se negó a comprar en 50 millones de dólares a Netflix— se declaró en quiebra en septiembre de 2010, y en noviembre de 2013 fue cerrada la última tienda en Estados Unidos.