Algo debería quedar claro desde el primer capítulo de «Only Murders in the Building»: se trata de una crítica descarnada a la banalidad con la que se conducen hoy en día los adoradores de ciertos subgéneros literarios o periodísticos –True Crime en este caso–, y el oportunismo de las masas que se imaginan creadoras y productoras de podcasts

Por ANDRÉS TAPIA