Por ANDRÉS TAPIA
Mi hermana Lourdes, la menor de mi familia, en algún punto encuentra ofensivo, o violento, o algo así, que yo muestre a mi sobrina Marian, su hija, la escena de una serie de televisión documental en la que un oso polar acomete sobre la cría de una foca. Oh, sí, hay sangre en la escena: se trata de una hembra que debe criar a dos hijas adolescentes (como mis sobrinas Marian y Melissa) y, no sólo eso: también alimentarlas.
El Mundo no lo inventé yo: los osos polares, el mayor mamífero terrestre sobre la faz de la Tierra y una de las especies más hermosas que existen, se alimenta de focas, un animal que no está en peligro de extinción como sí lo están los Ursus maritimus, de los cuales se calcula existe en la actualidad una población cifrada entre 22,000 y 31,000 ejemplares, número que, se proyecta, para el año 2050 habrá declinado 30%.
Es decir, si atendemos al número más alto, para ese año existirán en el planeta algo más de 22,000 ejemplares, pero si tomamos el número más bajo, entonces sólo restarán poco más de 16,000.
Cuando la especie a la que perteneces está a unos pocos años de alcanzar la cifra de 8,000 millones de individuos, el que una pandemia subrepticia haya irrumpido y arrebatado alrededor de 1,630,000 de vidas no parece significativo. Como mucho menos lo parece que dejen de existir entre 9,000 y 15,000 osos polares.
Planeta hostil, la serie documental de televisión producida originalmente por National Geographic y que hoy pertenece a Disney+,pretende mostrar en seis capítulos los esfuerzos llevados a cabo por las especies animales de seis ecosistemas distintos para sobrevivir en un Mundo que desde hace décadas está sobrecalentándose por causa de la especie humana y, en específico, por culpa de ciertos gobernantes: Donald Trump y Andrés Manuel López Obrador, dos de los más evidentes estos días, en virtud a su ignorancia, megalomanía y narcisismo.
Eclipsada por los afanes comerciales y de entretenimiento de The Mandalorian y Stars Wars, por la reunión de las historias de Marvel y todos los activos, pasados y presentes de Disney+, Planeta hostil debería ser, sin embargo, objeto de discusión en los colegios de educación básica, primaria, secundaria y universitaria de todo el mundo.
En seis escenarios (montañas, océanos, praderas, junglas, desiertos y tundras) la vida se abre paso pese a condiciones climáticas, geográficas y políticas de una manera maravillosa e inconcebible. Donde al parecer no existe esperanza, un leopardo de las nieves, una panda de tortugas marinas, una manada de elefantes, un jaguar, una familia de hienas y un oso polar encuentran una manera de sobrevivir. Y sobreviven en sus circunstancias y en la miseria que la especie más egoísta que habita el Mundo –la humana– les ha heredado.
En unos días se cumplirá un año de que el Mundo comenzó a caerse a pedazos. A pesar de su estupidez, la especie humana sobrevivirá. Ojalá no sea a costa de otras especies, aunque la experiencia parece sugerir todo lo contrario.
De cuando en cuando, de vez en vez, no estaría mal dejar de ver The Mandalorian o las hazañas de los Avengers y centrarse en cosas más importantes, verdaderamente importantes, como las que se cuentan en Planeta hostil.
Eso sería un buen comienzo, ¿no crees, hermana?