Por ANDRÉS TAPIA
El pasado 13 de noviembre, Peter William Sutcliffe murió en el Hospital de la Universidad de North Dunham, Inglaterra, que se localiza en el condado del mismo nombre. Aunque padecía de diabetes y una afección cardiaca que prácticamente lo dejaron ciego y lo postraron en una silla de ruedas, el virus SARS-CoV-2 fue lo que a la postre ocasionó su muerte.
Casual o premeditadamente, un mes y tres días más tarde, Netflix estrenó la miniserie documental The Ripper que narra los hechos por los cuales un hombre insignificante que provenía de una familia común de clase media, trascendió su mediocridad de la manera más aberrante.
Entre los años 1975 y 1980, Sutcliffe asesinó a 13 mujeres y atacó violentamente a 10 más, entre estas últimas la que fue su primera víctima, si bien el hecho ocurrió en 1969. Por su forma de operar, por las similitudes entre sus crímenes y los cometidos por Jack The Ripper a finales del Siglo XIX, por causa de la prensa sensacionalista británica y por la intervención de un irresponsable anónimo que envío una serie de cartas y una cinta a la policía en la que asumía la autoría de los crímenes, Sutcliffe fue llamado el Destripador de Yorkshire.
Excepto para los interesados en el tema, el nombre de Sutcliffe hoy carece de relevancia, al punto que sólo se publicaron unas cuantas notas en torno a su muerte, la mayor parte de ellas destinadas a obtener visitas en las plataformas de Internet de los diarios, revistas y sitios de Internet que así procedieron. Sutcliffe merecería el olvido, no así sus víctimas, tanto aquellas que murieron como las que lograron sobrevivir.
La serie de Netflix, a contracorriente de lo que suele ocurrir con las series documentales de crímenes verdaderos, no romantiza la figura del asesino sino evidencia no sólo el desastroso trabajo llevado a cabo por la policía, que a lo largo de cinco años lo interrogó en nueve ocasiones sin sospechar de él, sino las taras y los resabios de una comunidad victoriana que pensaba que por el hecho de que muchas de las víctimas ejercían la prostitución habían tentado al destino.
The Ripper presenta los testimonios de sobrevivientes, familiares, policías y periodistas que investigaron el caso, y transcurre linealmente desde el hallazgo de la primera mujer asesinada, Wilma McCann, hasta que Sutcliffe es detenido de manera azarosa en presencia de la que podría haber sido su víctima número 14.
Dirigida por Jesse Vile y Ellena Wood, en términos mercadológicos The Ripper no es la serie más ad hoc para la temporada decembrina, mucho menos en un año tan terrible como el que ya casi concluye, pero haya sido la coyuntura de la muerte de Sutcliffe lo que precipitó su estreno, o simple y llanamente una coincidencia, hay algo parecido a la llamada justicia poética en el hecho de que uno de los peores asesinos seriales del Siglo XX, haya muerto por causa del evento que ha provocado que la humanidad se replantee sus prioridades en tanto especie dominante del Mundo.
Peter Sutcliffe fue incinerado en una ceremonia privada que fue organizada por la mujer que fue su esposa. El paradero de sus restos se desconoce. A diferencia de sus víctimas, el asesino serial que murió de Covid-19 nunca descansará en paz.