Por ALBERTO RUIZ CHAN
Aunque hubo quienes lo dudaron, en la tercera temporada de Cobra Kai Daniel LaRusso (Ralph Macchio) y Johnny Lawrence (William Zabka) vuelven a llevarnos a un muy placentero y también accidentado viaje en la serie que surgió a partir de la trilogía de Karate Kid en la década de 1980.
Traiciones, amor, pundonor, melancolía, puertas del pasado que se abren, personajes inesperados y muchas escenas de peleas, hacen que la tercera temporada de Cobra Kai supere a las dos anteriores, se mantenga en forma y de buen ánimo para el combate, y ofrezca la tensión narrativa necesaria para la cuarta temporada que, como es previsible, tardará un rato en aparecer en la plataforma de Netflix.
Josh Heald, Jon Hurwitz y Hayden Schlossberg, los productores de la serie, han sabido manejar la carga nostálgica en esta tercera temporada, incorporando una conexión bastante singular entre LaRusso y Karate Kid II, así como la tan esperada reaparición de Ali (Elizabeth Shue), en realidad un cameo, el personaje que marcó la vida de los dos protagonistas en la primera temporada.
En algún momento queda bastante claro el respeto que tienen los escritores por la trilogía, en tanto no recurren a crear nuevos escenarios en los que se intenta ignorar las secuelas. Si bien no siempre funciona este tipo de recurso, el ahondar en la vida de los personajes para poner en contexto el accionar de los mismos en el presente, es algo que sin duda se agradece.
La lucha en la búsqueda del equilibrio por parte de los dos dojos, la importancia entre el deber ser y el hecho de volver a lo básico, son variables que aparecen de manera constante en cada capítulo, lo que la postre deriva en la tan esperada alianza entre ambos para intentar de una vez por todas restablecer el orden y enfrentar al enemigo que generó todo el caos.
Si bien el estreno de la tercera temporada generó muchas expectativas, existen opiniones diversas en torno a la continuidad de la serie: algunas señalan que es solo un puente para preparar el camino para la cuarta y última, razón por la cual sugieren es algo así como un intermedio, mientras que otras apuntan que se trata de un verdadero avance de la trama en tanto regresa al pasado para poder unir todas las aristas de la historia. En cualquiera de los casos, la capacidad narrativa de los productores ha conseguido el efecto que busca hoy cualquier plataforma de streaming: que no desees despegarte de tu lugar y ver encadenados un capítulo tras otro.
Dicho lo anterior, y sin pretender introducir un spoiler que arruine el goce de la serie, si eres ochentero como un servidor, abre una cerveza, prepara una botana y disfruta del viaje nostálgico -que tendrá sus altas y bajas en cuanto a emociones- que supone el universo de Cobra Kai, una serie improbable en un tiempo improbable que, sin embargo, ha conseguido lo más improbable: hermanar los gustos y preferencias de dos generaciones antípodas.