Esta serie documental del género “True Crime” va a decepcionar a muchos espectadores, básicamente porque no se enfoca en el asesino sino en su contraparte, el detective que consiguió atraparlo y que cayeran sobre él 19 sentencias de pena capital
Por ANDRÉS TAPIA
Hay un problema cuando el protagonista principal de una historia en algún sentido es un personaje secundario. Poco importa que se trate del narrador y de que el relato se haya construido a partir de sus recuerdos, testimonios y documentos. Y es que, si se piensa, el nombre de Gil Carrillo no dice nada a nadie si se le compara con el de Richard Ramirez, también conocido como “The Night Stalker”.
Eso es lo que ocurre en la serie documental Night Stalker: The Hunt of a Serial Killer, la cual fue dirigida por Tiller Russell y producida por Netflix. Carrillo, un estadounidense de ascendencia mexicana, fue uno de los dos detectives a los que les fueron asignados los casos de una serie de asesinatos y violaciones que ocurrieron entre los años 1984 y 1985, y que a pesar de haber sido cometidos por la misma persona no parecían en un principio estar vinculados entre sí.
En ese tiempo los asesinos seriales ya eran designados de esa manera y habían dejado de ser casos aislados para convertirse en un inquietante y horrendo fenómeno social en los Estados Unidos.
Los crímenes comenzaron en San Francisco, California, en abril de 1984 con la violación y el asesinato de una niña de nueve años (este crimen no fue atribuido a Ramirez sino hasta 2009, cuando una muestra de su ADN coincidió con una recuperada en la escena del crimen). Meses más tarde, en junio de ese mismo año, una mujer de 79 años de edad fue apuñalada múltiples veces y asesinada mientras dormía en su residencia de Glassell Park, en el noroeste de Los Ángeles.
El asesino paró durante ocho meses, pero en marzo de 1985 volvió a las andadas. Sus siguientes víctimas fueron dos mujeres que vivían juntas en la ciudad de Rosemead, en el condado de Los Ángeles, una de 22 y otra de 34 años, a las que disparó en la cabeza. Una de ellas, la más joven, sobrevivió al asalto y escapó. Irritado por ello, el criminal se desplazó a Monterey Park, donde hizo descender a una mujer de 30 años de su auto y la asesinó de dos disparos.
Por aquel entonces Carrillo había ingresado como policía novato a la División de Homicidios de la Oficina del Sheriff del Condado de Los Ángeles y fue asignado a investigar los casos. Las edades de las víctimas, las armas empleadas en cada uno de ellos y el modus operandi no coincidían, sin embargo, Carrillo comenzó a sospechar que el responsable era la misma persona.
Comunicó sus sospechas a sus superiores, pero le dieron poco crédito. Sin embargo, lo asignaron a ser pareja con Frank Salerno, un rockstar entre los detectives que tenía décadas de experiencia y había dirigido la investigación del “Estrangulador de Hillside”.
Night Stalker: The Hunt of a Serial Killer, más que la historia de Richard Ramirez y sus crímenes, es la de Gil Carrillo y sus pesquisas para dar con uno de los asesinos seriales más infames de la historia. Carrillo, ya se ha dicho, es el personaje principal, y detrás de él están algunas de las víctimas que sobrevivieron a los ataques del criminal, así como los detectives de otras jurisdicciones que, llegado el momento, coincidieron con las corazonadas del joven detective y actuaron en consecuencia, Salerno entre ellos.
En concordancia con lo anterior, poco se sabrá de Ramirez si bien Russell, al hacer hablar a algunas víctimas, expondrá la naturaleza pervertida de Ricardo Leyva Muñoz Ramírez, alguien muy cercano a Satán en más de un sentido y en realidad sólo un ser humano como cualquiera que estaba destinado a ser nadie y, al igual que la mayoría de los asesinos seriales, se convirtió en una celebridad oprobiosa.
Es en el cuarto capítulo de la serie, el último, que el espectador conoce que Ramirez fue hijo de un policía oriundo de Ciudad Juárez, México; que nació en la ciudad vecina de El Paso, en el estado de Texas; que fue golpeado por él, al igual que sus hermanos, porque padecía episodios de ira, y que tuvo una relación cercana con su primo Miguel “Mike” Ramirez, quien fue un veterano de Vietnam y perteneció a las Fuerzas Especiales del Ejército de Estados Unidos. De esta relación se desprende una parte de la naturaleza monstruosa del “Merodeador Nocturno”, que supo por voz de su primo y por las fotografías que este le mostró, de los crímenes, asesinatos y violaciones que cometió en Vietnam, mayormente a víctimas femeninas.
De modo que hay un truco en Night Stalker: The Hunt of a Serial Killer, y a pesar de que ese truco es el más antiguo en la industria del entretenimiento, sigue vigente hoy en día: hay que vender el drama. Y el drama no es la cruzada que emprendió Gil Carrillo para atrapar a Richard Ramirez, sino el criminal, su condición de asesino serial y sus crímenes.
Por eso mismo, esta serie documental del género conocido como “True Crime” va a decepcionar a muchos espectadores, básicamente porque no se enfoca en el asesino sino en su contraparte, el detective que consiguió atraparlo y que cayeran sobre él 19 sentencias de pena capital que al final no se cumplieron pues Ramirez murió del cáncer sanguineo conocido como Línfoma de Células B el año 2013.
El morbo, Hollywood y una deficiencia del alma humana convirtieron a los asesinos seriales en paradójicas celebridades. Quizá llegó el tiempo, como ocurrió con los nerds, de hacer de personas como Gil Carrillo los verdaderos protagonistas de la historia.