Fue tan exitosa esta serie, que marcó a su generación y muchas de las jovencitas que estaban enamoradas de Brandon Walsh y de Dylan McKay bautizaron a sus hijos con esos nombres
Por Roberto G. Castañeda
Todas o casi todas las jovencitas suspiraron durante una década entera por Jason Prestley y Luke Perry, los protagonistas masculinos de la serie Beverly Hills 90210. Ellos eran Brandon y Dylan, el fresita y el rebelde, el rudo y el cursi: muy amigos, sí, pero muy opuestos. Así que había para todos los corazones en esas diez temporadas que duró esta producción, estrenada originalmente en octubre de 1990.
De allí que ahora, en pleno 2020 y a 30 años de su estreno, abunden los jovencitos llamados Brandon o Dylan. Como un recuerdo del amor platónico, del amor de poster, de sus respectivas madres o ahora señoras de las cuatro décadas. Pero, aclaración, Beverly Hills 90210 era mucho más que dos galancitos copetudos.
Beverly Hills 90210 da hasta para un análisis sociológico (o muchos, pero no los haremos aquí), porque fue un producto televisivo que impactó en muchas capas. De entrada, implantó modas, como la de los nombrecitos mencionados. O la del vestir: porque bastaba con ir a una prepa o cualquier universidad para ver a infinidad de chic@s ataviados al estilo de Dylan McKay o Brenda Walsh y Kelly Taylor: desde las chamarras de mezclilla, las playeras negras arremangadas para mostrar músculo, a los tenis blancos o los croc tops de las chicas, por mencionar lo menos.
Pero no todo quedaba en un elenco variado de jóvenes atractivos, complementado por Jennie Garth (quien interpretaba a Kelly Taylor), Shannen Doherty (Brenda Walsh), Brian Austin Green (David Silver), Ian Ziering (Steve Sanders) y Gabrielle Carteris (Andrea); Tori Spelling (Donna Martin) era un caso aparte y estaba en la serie por ser hija del productor Aaron Spelling. Había mucho más en esos capítulos que encandilaban en la tele abierta o por cable.
Aunque la serie estaba centrada en el día a día de este grupo de amigos en el colegio ficticio West Beverly Hills High School (el 90210 se refiere al código postal en que se ubicaba), también ahondaba en su entorno familiar y social. Así que abordaban diversos temas y problemáticas.
Y se hablaba de amor, sexo, de drogas legales e ilegales, de soledades, inseguridades, embarazos no deseados, suicidio y todo lo que atañe a la chaviza, como suelen decir los chavorrucos que son los que “vivieron” Beverly Hills 90210 en su momento.
Peeero. Siempre hay peros. En realidad los temas se trataban por encimita, eso sí acentuando el dramatismo, para acabar tirando un rollo bastante mojigato. En pocas palabras, era una serie muy pero muy fresa (entendiéndose la referencia como conservadora).
El discurso conservador de las historias muchas veces hacía la comparación del entorno familiar de Brenda y Brandon (con padres atentos y amorosos)y el de sus amigos (con padres ausentes y/o poco afectivos).
La perspectiva moralina es producto de la mente y juicio de Aaron Spelling, el abuelito “fresa” de Beverly Hills 90210: este productor fue una especie de Rey Midas de la televisión gringa, creador de La Isla de la Fantasía, El Crucero del Amor, Starsky & Hutch, así como Los Ángeles de Charlie, Dinastía y Melrose Place, por mencionar algunas series famosas.
Así pues, Beverly Hills 90210 fue una serie que marcó una década bastante “fresa”. Del 4 de octubre de 1990 al 17 de mayo del 2000, tiempo en el que se transmitió originalmente por la cadena FOX. Y también marcó el registro civil, como ya dijimos: con sobredosis de suspiros y de niños bautizados como Brandon, Dylan, etc, etc.
Además era “prima hermana” de la serie Friends en muchos sentidos, pero de ella hablaremos en otra ocasión y con calmita revisamos sus huellas generacionales.
