Conforme avanza la trama de Nueve perfectos desconocidos, aquellos que abominamos la idea de los retiros espirituales y de bienestar y todo lo que eso conlleva, al fin comprendemos que no se trata de una apología de dichas prácticas, sino de una crítica feroz, puntual, elegante y sarcástica de las mismas
Por ANDRÉS TAPIA
Queda claro que en Prime Video los que hoy son conocidos como Content Writers (escritores de contenidos) y el llamado Content Manager (director de contenidos) son bastante malos. Digo “queda claro” porque es un vicio que la plataforma de video por streaming de Jeff Bezos arrastra desde sus orígenes, lo cual no quiere decir que no sea una de las mejores posicionadas en el mercado y que mejor contenido ofrece.
El punto es que, si un espectador se deja guiar por las sinopsis que acompañan a cada serie o película, acabará viendo una o dos de diez porque lo que ahí se lee es tan llamativo como el análisis nutrimental que viene impreso en una botella o cartón de leche descremada.
Puestas las cosas de ese modo, uno tiene que guiarse por la experiencia, los instintos y el elenco que aparece en las series y filmes, lo cual en este último caso no garantiza ni el éxito de las obras ni tampoco su fracaso.
“Nueve perfectos desconocidos sigue a nueve personas muy distintas que llegan a Tranquillum House, un misterioso retiro de bienestar que promete una ‘transformación total’. Allí, los huéspedes caen bajo el encanto de la enigmática Masha, que hará lo que sea para curarlos. Pero a medida que pasan los días, los métodos poco ortodoxos de Masha amenazan con llevar a este grupo volátil al límite”.
La anterior es la sinopsis de la miniserie limitada que es una adaptación de la novela Nine Perfect Strangers de Liane Moriarty (2018) y que originalmente se estrenó en Hulu, pero que debido a esos convenientes y extraños contratos que establecen entre sí las plataformas de video, al día siguiente de salir al aire en la filial de Walt Disney también lo hace en Amazon Prime Video, la ventana que fue elegida para exhibir la serie fuera de Estados Unidos y China.
En tanto la idea de los retiros espirituales o de bienestar es brutalmente asquerosa per se pese a los buenos resultados que llegado el momento pudiesen ofrecer, el descrédito que históricamente acompaña a este tipo de prácticas que suelen ser perpetradas por embaucadores y estafadores del tipo de Keith Raniere –por nombrar al ejemplo más reciente y más escandaloso de todos con la secta NXIVM–, la reseña de Prime Video no ayudará en nada a atraer a quienes, como quien esto escribe, abominan de los “tantras” y los “mantras”, del saludable jugo verde por la mañana y de la idea del ayuno y la oración como antídotos sanadores del alma.
Dicho lo anterior, para animarse a ver lo que la cubierta del libro no describe y a todas luces parece una bufonada, es necesario dar un vistazo al elenco que conforma la serie, el cual resulta sobresaliente y reúne a dos actrices radicalmente distintas: Nicole Kidman y Melissa McCarthy.
Está de más enumerar las diferencias que existen entre una y otra, son obvias y van, por supuesto, más allá del físico de cada una, pero acaso lo más notable es ver a McCarthy trascender su sempiterno oficio de comediante y trasladarse al octágono de la UFC para dejar atrás el cuadrilátero de la WWE.
Pero, antes de llegar a ello, tan sólo el morbo de verlas reunidas es suficiente para darle una oportunidad a Nueve perfectos desconocidos. La sorpresa es que el resto del elenco Michael Shannon (Napoleon Marconi), Luke Evans (Lars Lee), Samara Weaving (Jessica Chandler), Asher Keddie (Heather Marconi), Melvin Gregg (Ben Chandler), Grace van Patten (Zoe Marconi), Bobby Cannavale (Tony Hogburn), Regina Hall (Carmel Schneider), Zoe Terakes (Glory), Tiffany Boone (Delilah) y Manny Jacinto (Yao), no gira en torno a ellas. Y si bien Kidman es el personaje principal (Masha) y McCarthy (Frances Welty) la más evidente de los demás, desde el principio se cae en la cuenta de que se trata de una obra coral en donde los solistas han sido suprimidos.
Y, conforme avanza la trama y se revelan los traumas existenciales que arrastran los nueve clientes de Tranquillum House, así como la personalidad de Masha y sus alfiles, Delilah y Yao, aquellos que abominamos la idea de los retiros espirituales y de bienestar y todo lo que eso conlleva, al fin comprendemos que no se trata de una apología de dichas prácticas, sino de una crítica feroz, puntual, elegante y sarcástica de las mismas.
Algunos de los nueve comenzarán a mejorar su actitud durante su estancia de diez días en ese sitio apartado de la civilización en donde los batidos matinales son aderezados con psicotrópicos, los teléfonos inteligentes están prohibidos pero son el privilegio de unos cuantos y en el que, al parecer, el único mamífero que existe además de los humanos es una cabra que servirá de cena la noche de un prolongado día de ayuno y drogas, y que, paradójica y premeditadamente, es la mascota de Masha. Hay otros, empero, que empeorarán día tras día.
El concepto de lo banal, artificioso e insustancial que suele apuntalar al optimismo, está fundamentado, no obstante, en la tragedia. Los nueve clientes de Tranquillum House, así como sus cuatro anfitriones, se aferran a la vida tratando de superar sus traumas personales. No todos van a conseguirlo pese a sus denodados intentos y las buenas intenciones de Masha.
Restan de salir al aire dos capítulos de Nueve perfectos desconocidos y, como en las mejores historias, es imposible predecir el final.
Lamento haber juzgado al libro por su cubierta. Esperaré con ansias el desenlace de la historia. Pero, sin conocerlo aún, sé que habrá varios premios Emmy para esta serie. Y aunque sería lógico asignárselos a Kidman y a McCarthy, también es lógico que no serán las únicas.
Namasté.